lunes, 18 de mayo de 2009

"Soy su instrumento"

Juan José Gómez (49), sacerdote y docente de profesión, estudió en el Colegio San José Obrero de Trujillo, y se formó como sacerdote en el Seminario Mayor San Carlos y San Marcelo. Hoy cumple la voluntad de Dios, oficiando misa y realizando labor pastoral en la Iglesia Belén, ubicada en la esquina de Ayacucho con Diego de Almagro. El padre Juan no duda en advertir que los jóvenes se están alejando cada vez más de Dios, pero tiene también mucha fe en ellos.
-¿Cómo se imagina a Dios?
-Para mí, Dios no tiene rostro ni cuerpo físicamente, pero sí tiene un rostro espiritual que transmite paz, como ser celestial que es. Dios es un milagro de la vida, yo lo veo como un ser superior y milagroso que nos ayuda en cada momento y que nos da fuerza para seguir adelante pese a cualquier obstáculo que se nos presente en el camino.
-Cuénteme alguna experiencia importante que haya tenido con Dios.
-Cuando él me llamó a su lado, yo me sentía muy inseguro y sentí la necesidad de hablar con él, fui a la iglesia que quedaba por mi casa, en el centro de Trujillo y oí su dulce voz diciéndome, no tengas miedo, cuando estés conmigo nada te va a pasar y entonces me convencí de convertirme al sacerdocio.
-¿Alguien lo animó a ser sacerdote?
-Sí y no. En el colegio que estudié, en el San José, siempre nos incentivaban a orar y acercarnos a Dios, mediante la práctica diaria, pero creo que yo tuve esa vocación desde pequeño, me gustaba mucho ir a misa y ayudar a mi prójimo, como lo dicta un mandamiento. También mi familia era muy cercana a Dios y yo veía como mi madre oraba antes de dormir y antes de consumir las comidas diarias. Supongo que ese ejemplo se me quedó grabado en el fondo de mi corazón y formó parte importante en mi decisión de ser cura.
-¿Por qué decidió ser cura?
-Yo necesitaba serlo, sentía que mi amor por Dios no quedaría en sólo ir a misa y ayudar a mi prójimo, sino en profesar su palabra. Yo quería estar cerca de él y seguir su voluntad, lo que yo pensaba que quería hacer de mí tomándome como instrumento divino de su palabra. Por las noches, cuando oraba con él, sentía su llamada y entonces decidí cumplir su voluntad y me convertí en cura.
-¿Cree que todas las religiones respetan a Dios como la nuestra?
-Sí, pienso que todas lo respetan, pero de distintas formas, ya que hay algunas religiones que no creen en la Virgen María, siendo ella parte de Dios, porque como sabemos ella fue elegida como instrumento del señor. Así que como te digo, si me hablas de Dios, te aseguró que todos lo respetarán, pero con diferentes connotaciones y creencias sobre él.
-¿Qué pensaron sus padres cuando decidió ser cura?
-Se emocionaron muchísimo e incluso lloraron, pero de felicidad. Ese día, el día que les comenté mi decisión, recuerdo que mi madre me abrazo fuertemente y me dijo: “Que sea lo que Dios quiera” y mi padre sólo se sentó y me dijo: “Si tu lo has decidido, así será, cuentas con nuestro apoyo”. Me sentí muy bien de que me apoyaran, porque para mí era una decisión muy delicada e importante, ya que, desde el momento en que me convirtiera en sacerdote mi vida iba a cambiar completamente y siendo hijo único supe que para mis padres iba a ser difícil.
-¿No lo dudó en ningún momento?
-No, para nada. Dios es mi creador, yo lo amo y le agradezco todo lo que ha hecho por mí, jamás dudaría de ser un servidor fiel de su voluntad. Nunca lo dudé ni un instante siquiera y me siento muy orgulloso de eso. Me siento orgulloso de ser sacerdote porque sé que soy su instrumento.
-¿Cuál es la población más cercana a Dios? ¿Los niños, jóvenes o ancianos?
-Lo que yo he observado mucho es que la juventud se está alejando cada vez más de Dios y que los vicios, eventos sociales y demás distracciones son la preferencia de algunos. Los niños siempre están presentes en la misa, pero hay que tener en cuenta que son llevados por sus padres. Los ancianos o personas adultas, como los llamo yo son los infaltables en las celebraciones eucarísticas. Lo que yo rescato, y lo que gracias a Dios siempre he visto es la asistencia de familias a la misa y eso me da mucha alegría porque para Cristo eso era muy importante.
¿Qué tipo de trabajo desempeña como sacerdote?
-Además de oficiar misas yo me dedico a la labor de pastoral y ayudar al más necesitado, que consiste en hacer colectas y eventos recreativos donde la población pueda apoyar tanto económica como espiritualmente a las personas de bajos recursos. Hacemos tómbolas, recolectamos juguetes, etc. Y todo esto con el fin de cumplir con la voluntad de Dios.
¿Qué piensa de la juventud actual?
-Para mí, lo último que se pierde es la fe. Así que yo tengo fe en la juventud. Sé que existen muchos distractores, corrientes ideológicas y demás que perturban a los jóvenes, pero con ayuda de Dios todo se puede, por ello, el Papa Juan Pablo II emprendió hace cinco años continuos retiros espirituales en todo el mundo e inició una labor de purificación que cada uno de los sacerdotes debemos continuar en donde nos encontremos y de acuerdo a nuestras posibilidades.
¿Por qué Dios permite tanta pobreza?
-Dios no lo permite, nosotros lo hacemos, debemos ayudarnos entre todos y ser completamente sinceros y justos para que podamos gozar de posibilidades de estudio, alimentación, vivienda, etc. Yo creo que si nos apoyamos los unos a los otros, como Dios nos apoya en todo momento, vamos a poder salir de la pobreza, pero con el actuar de cada día y sobre todo teniendo en cuenta los mandamientos y designios del señor, nuestro Dios.

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